martes, 21 de octubre de 2008

La menguante clase media española

“G” y “A” son una pareja amiga mía casada desde hace unos años. Son profesionales con salarios medios y con un hijo a su cargo. Para ellos la crisis económica se ha convertido en una pesadilla de la que no consiguen despertar. “A” trabajaba como secretaria de alta dirección en un banco de inversión y acaba de ser despedida con una exigua indemnización al atesorar poca antigüedad (solo llevaba dos años trabajando en esa compañía “tan prestigiosa y segura” según pensó ella en su día al dar el salto desde su anterior trabajo). Le enfurece pensar en ello y “G” expresa su malestar con palabras que rezuman rabia y desencanto: "No nos lo esperábamos; no nos esperábamos un deterioro tan rápido de la situación económica ni que la crisis nos golpeara directamente; ahora, con un sueldo menos y los precios disparados, peligra el bienestar de nuestra familia”. “G” y “A”, como muchas otras parejas españolas, compraron un piso (“sobrevalorado”, dicen ahora) a crédito hace seis años y actualmente se las ven y se las desean para continuar pagando la hipoteca, y empiezan a comparar: “Si una familia en Estados Unidos deja de pagar la hipoteca le embargan la casa y queda saldada la deuda; si una familia española deja de pagar la hipoteca, el banco le embarga la casa y si la subasta de la vivienda no alcanza para cancelar la deuda le embarga mes a mes el salario hasta que se paga la deuda por completo”. Obviamente nadie les aviso que se estaban endeudando por unos precios de la vivienda extraordinariamente altos (inflados por la especulación) a unos tipos de interés extraordinariamente bajos (negativos en términos reales). De hecho, hasta les hicieron dudar de la existencia de una burbuja inmobiliaria cuyo pinchazo hubiese desinflado el crecimiento económico antes de tiempo. En consecuencia, muchos ciudadanos de a pie se endeudaron hasta las cejas para acceder a un bien tan básico como una vivienda donde vivir.

Como consecuencia de lo anterior, “G” y “A” ya han puesto en práctica un plan anticrisis: adiós a los pequeños caprichos; apenas salen a cenar a restaurantes; rehuyen la ropa de gama alta; llenan la cesta de la compra con marcas blancas e incluso han cancelado sus próximas vacaciones estivales: “el próximo verano casi seguro que iremos a casa de mi madre en Villalba” (N. del R.: un pueblecito enclavado en la sierra de Madrid), dice “G” mientras “A” asiente. Eso sí, de momento no han decidido sacar al niño del colegio privado y meterlo en uno público. Aunque con un país a las puertas de la recesión, nada es más cierto que todo es incierto. Para “A” es indudable que la clase media se está empobreciendo: “Lo noto en mí y en los que me rodean, salvo en los amigos de ingresos mucho más altos”.

Esta clase media, que empezó a despuntar en los años sesenta y que he sido la punta de lanza de la modernización del país, está perdiendo su glamour y su dinamismo a marchas forzadas. Puede que incluso esté menguando –menos y más pobres- ya que está siendo atacada en todos los frentes posibles: inflación desbocada, petróleo caro, Euribor ascendente, la crisis inmobiliaria, el repunte del paro y el hundimiento de los mercados bursátiles. A esto tal vez haya que añadir un modelo social, económico y de crecimiento anticuado que no sabe ni puede competir en un mundo cada vez más globalizado, un modelo que nos aboca a una baja productividad y a unos trabajos de poca cualificación y sin ningún valor añadido debido a –entre otras causas- la poca inversión en I+D+i, las rigidices del mercado laboral y un pésimo sistema educativo. Aunque sin d
uda lo que más daño hace a esta clase social es la inflación y los precios desbocados: el dinero vale cada vez menos y esto afecta sobre todo a los que viven de las rentas, de sus salarios. Y encima, al parecer, los salarios reales llevan prácticamente congelados desde 1.996 y los impuestos no han hecho más que subir. Y todo esto puede que afecte a “G” y “A” de una manera que ellos consideran preocupante, pero al menos ellos conservan una red de seguridad que es la familia. Pero las familias también se rompen o simplemente no están capacitadas para responder en casos extremos. Al hilo de esta reflexión me viene a la cabeza el caso de dos buenas amigas de diferentes ciudades de España con hijos a su cargo y pocas ayudas externas; dos maravillosa
s féminas con mucho carácter enfrentadas a un mundo cada vez más hostil, ambas malabaristas a la hora de administrar el dinero; dos verdaderas “madres coraje” que harían cualquier cosa por salvaguardar la integridad de sus cachorros. Muchas gracias, queridas amigas, por vuestro ejemplo diario pleno de audacia, esfuerzo y valentía.

Ciertos eco
nomistas afirman que hay menos gente de clase media ya que mengua por los dos extremos: el número de ricos habría aumentado y el de pobres, con la inmigración, también. Algunos sociólogos aseguran que las clases medias viven hoy mejor que hace dos décadas y que somos unos “ricos con problemas” sobre todo teniendo en cuenta que el 80% de los españoles tiene su casa en propiedad. En fin, que cada uno saque sus conclusiones pero lo cierto es que llamada “ansiedad de la clase media” (1) y la incertidumbre sobre el futuro no hace más que aumentar con todos los riesgos psicológicos y mentales que ello conlleva.

Aunque realmente el verdadero peligro, problema y drama de este empobrecimiento relativo de las clases medias es que la franja baja de las mismas sufre el riesgo real de un movimiento social descendiente debido al bestial y feroz endeudamiento familiar (el 46% de la renta bruta de las familias se va en la hipoteca). Ni que decir tiene que los más afectados son los inmigrantes. Por tanto nos encontramos con un gran grupo de clase media baja, de población débil y sostenida con pinzas, a quien apretarse el cinturón en estos momentos les resulta muy complicado, por no decir imposible, y donde unos cientos de euros al mes marcan la diferencia. De aquí a la quiebra financiera de las familias y a estar a punto de pasar hambre queda un paso muy corto. Y quizás ya lo estemos viendo: ese vecino mayor que siempre lleva la misma chaqueta, esa amiga que ya no va a la peluquería por “falta de tiempo”, esa pareja con hijo, techo e incluso sueldo pero que esconden su delgadez tras anchas cazadoras… Son los nuevos pobres, los pobres invisibles –debido a su relativo buen aspecto- que tras unos años de bonanza vuelven a hacer (o hacen por primera vez) cola en comedores sociales, dispensarios de ropa y en las puertas traseras de las parroquias, como la que tengo frente a mi casa. En este último lugar, hace quince años acudían unas diez familias españolas por tarde. Durante la última década sólo inmigrantes africanos y latinoamericanos. Desde hace unos meses los españoles han vuelto a aparecer en gran cantidad, como en estampas de posguerra. La organización Cáritas (2) dio la voz de alarma hace un par de semanas al anunciar que en lo que va de año, en Madrid, un 20% más de familias han pedido ayuda de primera necesidad para poder subsistir. La situación fuera de esta ciudad –una de las más ricas de España- es aún peor.

Asimismo, la franja de vulnerabilidad es cada vez mayor: ya no solo se trata de parados de la construcción, sino también de jóvenes con formación, pensionistas o familias con hijos y un sueldo mileurista… se trata, en muchos casos, de españoles que acuden tarde a la parroquia, cuando ya oscurece, para que nadie les vea en el barrio. Se trata de lo que Julio Caro Baroja llamaba la “pobreza vergonzante” (3), es decir, personas que corresponden a una, en teoría, clase superior y que por tanto no pueden demostrar públicamente su pobreza. Se trata de otra demostración del falso orgullo del español, que es capaz de gastar lo que no tiene a fuer de aparentar que no le falta de nada. Pobreza material y miseria moral.

Y lo peor parece que está por llegar: se prevé un paro del 15% el año que viene. Ese podría ser el año en el que muchos pasen del Círculo Rojo (4) al Octavo Círculo (5). Le puede ocurrir a cualquiera.

(1) “La ansiedad de la clase media”:

http://www.iht.com/articles/2008/04/29/business/29prices.php

http://www.nysun.com/opinion/cause-of-middle-class-anxiety/76801/

(2) Cáritas:

http://www.caritas.es/

(3) “Pobreza vergonzante”:

http://www.ugr.es/~pwlac/G05_01Julio_Caro_Baroja.html

http://www.abc.es/20081021/toledo-toledo/vuelve-pobreza-vergonzante-20081021.html

http://www.elmundo.es/papel/2004/09/27/catalunya/1697253.html

(4) Círculo Rojo:

http://www.bimbo.es/producto.cfm?id=72&menu=4,5

(5) Octavo Círculo:

http://www.architecthum.edu.mx/Architecthumtemp/numerodos/ponencia25.htm

http://altreligion.about.com/library/graphics/bl_structure.htm